La Fundación Garcilaso de la Vega en un afán por seguir dando a conocer la vida y obra del ilustre poeta, planteó a IED Madrid una iniciativa en la que poesía y moda irían de la mano. De esta manera, se inició un curso especializado en la moda del Siglo de Oro y la figura de Garcilaso y su influencia en nuestros tiempos, enfocada a los alumnos de primero de carrera del IED. Esta iniciativa no sólo acercaba la moda del Siglo de Oro y la poesía de Garcilaso a los alumnos, sino que, además, proponía un concurso para que los alumnos presentasen unos diseños inspirados en los conocimientos adquiridos en dicho curso. Los looks elegidos serían confeccionados y la colección resultante se recogería en una pieza audiovisual.
Aduendados es el resultado de esta colaboración, en la que hemos procurado generar una revisión de la obra de Garcilaso, acercándola a un contexto moderno y dejando que figuras diversas se apropien de sus textos, otorgándoles nuevos sentidos. Así, surge una pieza en la que narrativa, música, vestuario, color, etc nos transportan a una nueva manera de encontrarnos con la poesía del autor y facilitando su encuentro con nuevas generaciones.
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,hallo, según por do anduve perdido,que a mayor mal pudiera haber llegado;mas cuando del camino estoy olvidado,a tanto mal no sé por dó he venido:sé que me acabo, y mas he yo sentidover acabar conmigo mi cuidado.Yo acabaré, que me entregué sin artea quien sabrá perderme y acabarme,si quisiere, y aun sabrá querello:que pues mi voluntad puede matarme,la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,Juntas estáis en la memoria mía,y con ella en mi muerte conjuradas!¿Quién me dijera, cuando las pasadashoras que en tanto bien por vos me vía,que me habiáis de ser en algún díacon tan grave dolor representadas?Pues en una hora junto me llevastestodo el bien que por términos me distes,lleváme junto el mal que me dejastes;si no, sospecharé que me pusistesen tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
Soneto XVIII
Si a vuestra voluntad yo soy de cera,y por sol tengo sólo vuestra vista,la cual a quien no inflama o no conquistacon su mirar, es de sentido fuera;¿De do viene una cosa, que, si fueramenos veces de mí probada y vista,según parece que a razón resista,a mi sentido mismo no creyera?Y es que yo soy de lejos inflamadode vuestra ardiente vista y encendidotanto, que en vida me sostengo apenas;mas si de cerca soy acometidode vuestros ojos, luego siento heladocuajárseme la sangre por las venas.
Soneto XV
Si quejas y lamentos pueden tanto,que enfrenaron el curso de los ríos,y en los diversos montes y sombríoslos árboles movieron con su canto;si convertieron a escuchar su llantolos fieros tigres, y peñascos fríos;si, en fin, con menos casos que los míosbajaron a los reinos del espanto,¿por qué no ablandará mi trabajosavida, en miseria y lágrimas pasada,un corazón conmigo endurecido?Con más piedad debría ser escuchadala voz del que se llora por perdidoque la del que perdió y llora otra cosa.
Soneto XXIII
En tanto que de rosa y de azucenase muestra la color en vuestro gesto,y que vuestro mirar ardiente, honesto,con clara luz la tempestad serena;y en tanto que el cabello, que en la venadel oro se escogió, con vuelo prestopor el hermoso cuello blanco, enhiesto,el viento mueve, esparce y desordena:coged de vuestra alegre primaverael dulce fruto antes que el tiempo airadocubra de nieve la hermosa cumbre.Marchitará la rosa el viento helado,todo lo mudará la edad ligerapor no hacer mudanza en su costumbre.